Llevábamos tiempo planeando en la ciudadela un ascenso a las cumbres del Mindolluin (Sierra Nevada). Sabíamos que durante el invierno y aun la primavera la subida se torna difícil por culpa de la nieve y las condiciones meteorológicas de modo que elegimos el verano, en concreto el 8 y el 9 de julio, para ascender a la cima del Mulhacén. Finalmente se animaron a realizar la excursión Silvia Isilmë, Jacinto Gorgoroth, Paco, Alicia Iliel, Mariano, Miguel Mandos, Jesús Tevildo de nuestro vecino smial de Córdoba y nuestro guía, Rafa Caradhras. La primera parte de la excursión daba comienzo en las faldas del Veleta, en Pradollano, desde donde el camino nos llevaba junto a la Virgen de las Nieves para atravesar la sierra y comenzar pronto a encontrar grandes neveros aferrados a la tierra, recuerdos de un invierno especialmente frío y lluvioso que nos hacía pensar en otro tiempo, cuando los glaciares cubrieron las cumbres del reino del sur.
Resultó que por aquellos lugares se encontraban en ese momento unos
reporteros del programa Andalucía Directo cubriendo información sobre las clases de esquí para niños en verano que se estaban celebrando en las cercanías. No tardaron en acercarse a nosotros y preguntarnos por nuestro deambular, todo lo cual pudo verse más tarde en la televisión.
Seguimos siempre hacia arriba, con breves paradas para descansar y disfrutar del paisaje y la nieve. La temperatura fue bajando y en el último tramo del itinerario que nos dejaba en el refugio de la Carihuela, como si el cruel Caradhras se opusiera a nuestros planes, el frío, impensable unos kilómetros más abajo, se hizo patente obligando a sacar la ropa de abrigo y a cuidar nuestros pasos para no quedar atrapados por los eventuales montículos de nieve que ya dominaban la zona.
En la Carihuela nos tomamos un descanso para comer y reponer fuerzas, dejar que se secaran las botas y analizar qué podíamos hacer a la vista de la gran capa de nieve que cubría la siguiente fase de nuestro recorrido. Tras mucho pensarlo decidimos que había que intentarlo. El picacho del Veleta vigilaba atentamente nuestros pasos y no parecía contento. Un primer descenso blanco nos advirtió que no iba a ser fácil continuar. Algunos se amilanaron. Rafa Caradhras, Silvia Isilme y Miguel Mandos avanzaron un poco más para decidir
si merecía la pena convencer al resto del grupo o había que dar la vuelta y tristemente la nieve y la amenaza de lluvia dejaron patente que proseguir era un tanto temerario y que era mejor cambiar de planes.
De nuevo en el refugio evaluamos cómo aprovechar el resto del día y
acordamos ascender al cercano y poco menos alto Veleta. Pasando junto a los telesillas, tristes y solitarios en esta época del año, subimos y subimos hasta que finalmente llegamos a la cumbre. Desde lo alto el paisaje nos recompensaba con una vista magnífica de toda Sierra Nevada. Pequeños lagos, como la Mosca, tajos y lomas, como los de la Virgen, Loma Púa, Raspones y Crestones de Río Seco o Loma Pelada; lejanas montañas, como la Alcazaba y el Puntal del Goterón al este o el Tozal del Cartujo al oeste; caminos que se pierden para volver a aparecer uniendo ambas vertientes de estas completamente auténticas Montañas Blancas.
Después comenzamos a desandar el camino entre combates, empujones y risas que el resbaladizo y esponjoso terreno invitaba a hacer. Llegamos así de nuevo a nuestra base donde nos aprestamos a pasar la noche. No faltó el té, ni las lecturas, ni los debates acalorados ni los chistes ni siquiera las historias de miedo a la luz de las velas con acompañamiento de golpes en la puerta de metal. Interrumpimos a las estrellas durante breve rato pero debimos dejar el trabajo de estudiar sus nombres para otra ocasión por culpa del intenso frío que se apegó a la montaña al caer la noche.
Al día siguiente, con cierta calma dado que había tiempo de sobra, nos
fuimos preparando para el descenso. Recogimos el lugar, nos echamos a la espalda las mochilas y volvimos al camino que ya sabemos que sigue y sigue. Esta vez como en el Paso del Caradhras, el sol volvió a salir con fuerza tras comprobar que en esta ocasión la montaña había impedido nuestro fin último. Giramos el puño a la Sierra y prometimos venganza. ¡Regresaremos y llegaremos al Mulhacén! Mientras, habremos de conformarnos con la coronación de su hermano.
Os dejamos con el vídeo de la excursión que esperamos que os guste y os anime a uniros a nosotros en futuras aventuras:
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